La pasión de escribir, se encuentra en “el gusto obsesivo de leer por placer”, actividad que empezó a cultivar en su niñez y lo que herede de su padre quien también fue un escritor. Esto transcurrió en su infancia, sus siete primeros años de vida, en Santa Rosa de Osos (Antioquia), ciudad en la que nació el 28 de Julio de 1947 y vivió hasta el 31 de diciembre de 1954. Y es fuerte esta presencia del recuerdo de su niñez en Santa Rosa.
La llegada a Medellín en 1955; tiene un significado muy especial en su vida porque allí empezó su desaforado amor por la lectura y la música. En Medellín a comienzos de la década de los sesenta, en plena revolución poética en Colombia, estudio en el colegio de jesuitas y allí, a los quince años, conoce a los nadaístas. Puede afirmarse que es a partir de este hecho que se encuentra el origen de su poesía.
Comenzó a leer gracias a la intervención de tres hechos fundamentales: el amor de su padre por los libros, su condición de hijo único y por la ubicación de su casa en el centro de Medellín, donde no tenía vecinos de su edad con quienes jugar.
En varios poemas ha tratado de volver palabras las pulsaciones de la luz, de la música, en aquellos siete años luminosos de su infancia en Santa Rosa. Sus poemas cuentan historias íntimas, las de amor, la infancia y la soledad, el despertar y nos hablan también de sus amigos y escritores amados.
Cuando el vuelve a Colombia en el año 77 estaba perdidamente enamorado; durante tres o cuatro años este sentimiento hace que él escriba más de cien poemas de amor. Cuando se desenamora siente que se acaba todo, y los reescribe desde una retórica.
El utilizo todo esto tratando de encontrar el camino más corto entre el sentimiento y la expresión, la apuesta era buscar lo mas directo, sin caer en la simpleza, para él fue una manera de exorcizar, de olvidar, de hacer carpintería literaria, la vocación del poeta es la vocación del carpintero, de aquel que está metido en un taller quitando un pedacito de madera.
Los Poemas de amor de Darío Jaramillo Agudelo han enamorado tanto que él cree que hay un acto de fe en las palabras